Trigo

En las áreas de cultivo no compite con áreas  de bosques vírgenes, ni pone en riesgo otras fuentes de riqueza de las comunidades locales donde se practica este tipo de cultivo.

El trigo se cultiva principalmente en climas fríos del hemisferio norte donde existe garantías suficientes para la protección ambiental y social. Por este motivo el trigo es un cultivo que no genera un impacto negativo en la población local.  Genera riqueza y asegura la calidad de vida de los agricultores que viven de este cultivo.

Las prácticas de cultivo intensivo y el exceso de uso de fertilizantes puede generar empobrecimiento del terreno y contaminación ambiental. A largo plazo acabará reduciendo la productividad del terreno y reducción de los ingresos.

No existen certificados de sotenibilidad como UTZ Certified y Rain Forest Alliance que den al consumidor garantías de protección social en el cultivo del trigo, especialmente cuando esta procede de países en vías de desarrollo. Tampoco se produce trigo de trigo como comercio justo o Fairtrade.

El trigo procedente de cultivo ecológico nos asegura no utiliza ni fertilizantes y herbicidas.

El trigo  se cultiva principalmente en climas fríos , en países desarrollados donde existe garantías suficientes para la protección ambiental y social.

Los principales problemas ambientales del cultivo del trigo son:

1.- Elevado consumo de fertilizantes. Este consumo además se hace en exceso, con el objetivo de mejorar la productividad.

2.- Emisiones de gases de efecto invernadero. Se estima que dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del cultivo de trigo se deben a la producción real de fertilizantes, que depende en gran medida del gas natural.

Además de la gran cantidad de energía necesaria para fabricar el fertilizante, estos liberan a la atmósfera gas de óxido nitroso que es un potente gas de efecto invernadero.

El exceso de fertilizantes que los agricultores usan en el cultivo y que las plantas no consumen vuelve a la atmósfera como óxido nitroso.

El consumo de fertilizantes puede reducirse significativamente, como por ejemplo utilizar fertilizantes cuando las plantas más lo necesitan, pero los intereses de los agronegocios no buscan prácticas.

Los nutrientes se pueden aplicar en forma de fertilizantes orgánicos, como el estiércol o el
abono verde, acompañados de urea para activar la descomposición.

3.- Erosión del terreno. El cultivo del trigo tiene riesgos de erosión del terreno, principalmente al preparar los campos con el arado y principalmente en regiones de poca precipitación, donde la tierra evitándose está a merced de la erosión por vientos. donde se emplea el sistema de barbecho, donde se debe arar superficialmente.

4.- Uso de Herbicidas y Fungicidas. El cultivo del trigo también utiliza herbicidas para eliminar las malezas.

El control de las enfermedades se puede prevenir mediante medidas sanitarias, como son el uso de semilla certificada o tratada con desinfectante o agua caliente; hacer rotación de cultivos, evitar riegos excesivos y facilitar un buen drenaje.

Esto hace que el cultivo intensivo del trigo no sea económicamente sostenible.

El trigo es un alimento con demanda en aumento. Además la baja competencia de países desarrollado impide que los precios bajen a expensas de reducir los estándares de protección ambiental y social.

A pesar de ello el trigo es un cultivo subvencionado en los países desarrollados, para fomentar un cultivo estratégico pero que no es del todo rentable para los agricultores.

Las subvenciones no han demostrado ser una solución para aumentar los ingresos de los agricultores, además supone una competencia desleal con los países pobres o en vías de desarrollo.

El comercio del trigo procedente de cultivos intensivos está controlado por las grandes distribuidoras y los agricultores están indefensos frente a sus malas prácticas y abusos de precios.

Se debe mejorar la cadena de distribución para incrementar el precio que perciben los agricultores, en lugar de recurrir a subvenciones.