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Las industrias que requieren una elevada mano de obra como el reciclaje, tiene mayor potencial de trasladarse a países pobres con menores salarios, pero también con menores estándares de protección social. Estos bajos estándares, aumentan el riesgo de sobre-explotación laboral y de accidentabilidad.
Los cultivos intensivos y a gran escala están controlados por grandes distribuidoras y comercializadoras. Los pequeños productores, agricultores y ganaderos, son muy vulnerables a abusos de poder de estas grandes empresas, que pueden fijar los precios en origen. Este problema es común en los países desarrollados, donde las beneficios de los pequeños productores bajan año tras año. Los países aplican políticas de subvenciones que nos resuelven y problema y causan otros problemas como competencia desleal a los productores de países pobres.
En los países en vía de desarrollo los pequeños agricultores no tienen fuerza para negociar precios justos por sus cultivos. Estos agricultores y sus familias son muy vulnerables a las malas prácticas de las grandes comercializadoras, y en la mayoría de casos sus ingresos no son suficientes para asegurar un nivel de vida digno que les permitan acceder a servicios básicos Es difícil asegurar que los pequeños agricultores reciban precios justos por los productos sin la supervisión de entidades certificadoras como UTZ, Rain Forest Alliance y FairTrade. Por ello sin estas certificaciones los cultivos que tiene como origen en estas áreas geográficas las consideramos poco sostenibles.